El oficio de entrenar a las personas, tal como se hace hoy, se ha dividido.
Por un lado están esos entrenadores y gimnasios que se lucen con los televisores, con las trotadoras, y con clases dirigidas en dónde todo es mecanizado. En dónde a los participantes se les fomenta mirarse al espejo cada segundo de cada sesión.
Por otro lado están esos entrenadores que buscan llegar al corazón del movimiento. Que se interesan por el progreso de sus alumnos. Que toman cada éxito y fracaso de sus discípulos como propios. En esos gimnasios donde estos entrenadores están, no hay grandes televisores, ni espejos en cada rincón, sino mucha pasión por aprender y desarrollarse. Hay muchos más materiales para que estos entrenadores se desarrollen, para que sigan evolucionando, para que hagan el trabajo que importa.
Toma paciencia y esfuerzo avanzar en el camino del aprendizaje. Pero vale la pena.
(He creado un nuevo curso sobre ésta idea…tendrás los detalles mañana).